Mi reflexión de hoy 11 de febrero de 2014

LA ÚLTIMA ETAPA

Hace unas semanas, acudió a mi consulta un hombre anciano, al que vamos a llamar Javier, rondando los 80 años, de aspecto triste, débil  y cansado. Sus ganas de vivir se habían disipado, ya no encontraba un sentido a su vida, ya no podía levantarse por las mañanas con energía para seguir luchando, ya no era aquel que había sido.

Durante toda su vida, Javier se había caracterizado por ser una persona enérgica, positiva, trabajadora, acostumbrado a superar los cientos de obstáculos que la vida caprichosamente había puesto en su camino. Pero, ahora,  su edad, unida a una serie de problemas de salud, ya no sólo le impide seguir con el ritmo de vida que había llevado con anterioridad, sino que su día a día ha sufrido un cambio radical de 360 grados. Ha pasado, de un modo brusco, de ser una persona autónoma con una  dinámica de vida organizada en función de su carácter, necesidades y forma de ser, a ser una persona dependiente de los demás, sin ilusiones y sin una rutina diaria.

Emma Trilles

Generalmente cuando pensamos en rutina, la clasificamos como algo negativo dándole un significado similar al que pueden tener términos como monotonía, aburrimiento, … La rutina en dosis adecuada es positiva, es necesaria; nos permite tener comportamientos automáticos, lo que nos genera comodidad y seguridad. ¿Qué pasaría si esa mínima rutina del día a día desapareciera? ¿te lo puedes imaginar?. La situación a medio plazo sería insostenible, sería una sensación de incertidumbre, inseguridad, descontrol, imposible de gestionar a medio largo plazo. Probablemente no podríamos vivir sin una cierta rutina; ya que constantemente deberíamos estar adaptándonos a pequeños cambios.

Mi reflexión de hoy la dirijo hacia dos pensamientos:

  • La importancia de llevar una vida ordenada para nuestra salud emocional; con una rutinas que nos ayuden a sentirnos realizados.
  • La vida pasa, y aunque en ocasiones lo veamos como algo muy lejano, en el mejor de los casos llegaremos a ancianos y sí, hay que pensar en ello. El envejecimiento es parte de la vida, es fundamental la aceptación y el reconocimiento de esta etapa, con la intención de prepararse para vivirla en forma satisfactoria.

Sin duda, Javier ha sido una de las personas que más ternura profesional me ha hecho sentir; sus palabras, sus lágrimas, sus emociones,…. difícil de olvidar.

 

 

 

 

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